La ciencia es un juego, pero un juego con la realidad,
un juego con los cuchillos afilados...Si alguien corta con cuidado
una imagen en mil trozos, puedes resolver el rompecabezas
si vuelves a colocar las piezas en su sitio. En un juego
científico, tu rival es el Buen Señor. No sólo ha dispuesto el
juego, sino también las reglas, aunque estas no sean del todo
conocidas. Ha dejado la mitad para que tú las descubras o las
determines. Un experimento es la espada templada que puedes
empuñar con éxito contra los espíritus de la oscuridad pero
que también puede derrotarte vergonzosamente.
La incertidumbre radica en cuántas reglas ha creado el propio
Dios de forma permanente y cuántas parecen provocadas por
tu inercia mental; la solución sólo se vuelve posible mediante
la solución de este límite. Tal vez esto sea lo más apasionante
del juego. Porque, en tal caso, luchas contra la frontera imaginaria
entre Dios y tú, una frontera que quizás no exista.
Erwin Schrödinger
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